Por: Ma. Teresa Montaño
Al menos seis mil hectáreas de bosques de oyamel han
desaparecido por completo en las inmediaciones de las Lagunas de Zempoala,
donde el saqueo ilegal de madera, autoridades omisas, megaobras inmobiliarias
ligadas al gobierno de Alfredo del Mazo Maza, autopistas y el cambio climático, se han
combinado hasta consumir por completo tres de sus embalses.
Al inicio de esta primavera las lagunas Coyotongo y
Petronilos, desaparecieron; Atescapa agoniza
y la Compila se ha secado este año.
Para el investigador Víctor Ávila Akerberg, del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales
(ICAR) y quien lleva 20 años monitoreando el Bosque de Agua, la causa del
desastre se encuentra detrás de diversos factores atribuibles a alteraciones
climáticas mundiales y locales -inducidas por la tala y el urbanismo-, pero
también a omisiones y negligencia de autoridades estatales y federales para
detener la tala ilegal.
Pero para Nicolás Hernández Alberto, uno de los
comuneros ambientalistas que heredó junto con otro puñado de campesinos, la lucha que encabezó hace 20 años el
emblemático ambientalista Idelfonso Zamora,
la razón es solo una: el saqueo sin castigo de los montes y laderas de San
Juan Atzingo, el corazón tlahuica del Bosque de Agua, que sigue latiendo.
Exhausto.
Si bien no existe un inventario actualizado de la
situación que guarda la biodiversidad del Bosque de Agua, los pronósticos del
especialista son reservados: "De continuar las prácticas extractivistas de
sus recursos, se hará imposible vivir en
la capital del país, Ciudad de México, en 25 años. Ya no habrá agua, su
reservorio principal está a punto de tronar", alertó.
Actualmente esa extensión de bosques que se dispersa
fragmentado a través de la reserva de Los Dínamos de Ciudad de México y las
inmediaciones del Parque Nacional La Marquesa, hacia el norponiente por
Naucalpan y Huixquilucan, más allá fraccionado por el trazo de la
México-Toluca, y siguiendo hacia el sur
por San Juan Atzingo, Estado de ´México
y más al sur por los rumbos de Huitzilac, en Morelos, proporciona agua a 25
millones de personas.
Además el
Bosque de Agua del que forman parte el
Parque Nacional Lagunas de Zempoala (decretado así el 27 de noviembre de 1936),
no solo es la principal batería de
suministro del vital líquido para enormes poblaciones del centro del país como
Cuernavaca, Ciudad de México (CDMX) y el
Valle de Toluca, al proveerles el 70% del agua que consumen, también alberga y
sostienen el 10% de la biodiversidad nacional, incluyendo entre dos mil 500 y
tres mil especies de plantas.
Esto lo logra a través de un complejo y al mismo
tiempo sencillo ciclo del vital líquido que depende de sus conglomerados de
oyamel, explicó el experto.
La razón es que estas coníferas funcionan como "antenas de nubes", ya que con
sus 40 metros de altura en promedio,
atraen las nubosidades para
luego, cuando caen como lluvia sobre sus densas copas, retener la humedad y
filtrarla lentamente al subsuelo mediante otra rica biodiversidad con la que
interactúan -por ejemplo los esponjosos musgos-,
para irla liberando lentamente hacia el subsuelo.
Se estima que hasta el 41% de la lluvia que captaron
arriba los oyameles se filtra abajo y el proceso termina con los manantiales
que se forman a partir de la filtración en los bosques, hasta abastece mantos
freáticos, manantiales, ríos, arroyos y lagunas, que luego descienden a las
poblaciones mediante otra red de tuberías y llaves.
Pero las llaves del cielo han comenzado a cerrarse
sobre el Bosque de Agua. Las "antenas" que lo mantienen conectado al
sistema hidrológico que arranca en las alturas con la humedad que atraen, desaparecen aceleradamente para convertirse
en muebles y polines.
IMPACTOS ECOLÓGICOS
La desaparición de tres embalses en el Parque
Nacional Lagunas de Zempoala en este 2022, ha sido uno de los primeros síntomas
graves de la alteración y fragmentación acelerada que presenta en general el
Bosque de Agua, como resultado de la tala ilegal, el urbanismo y los incendios, algunos provocados
deliberadamente, advierten los campesinos durante una visita a la zona.
Akerberg coincide, pero también agrega otros
elementos que han agravado aún más el fenómeno de la tala fuera de control: el
cambio climático y la expansión de las ciudades, junto con las enormes obras de
comunicación.
Cita como ejemplo, la nueva autopista a
Naucalpan-Touca que terminó por fragmentar el bosque sagrado otomí-Mexica y
partir por completo la comunidad de San Francisco Xochicuatla; esto pese a sentencias que ordenaban la suspensión de las
obras.
Paulino Neri Carlos, otro ejidatario de San Juan
Atzingo, asegura que de las 18 mil 830 hectáreas que integran el territorio del
pueblo tlahuica, incrustado en medio del Bosque de Agua, al menos 13 mil
hectáreas son bosques, o eran.
En sus estimaciones al menos seis mil 500 hectáreas del parque Lagunas de Zempoala, han terminado en alguno de los 14 aserraderos "clandestinos"
que operan en la zona, sin que ninguna autoridad haga nada nada al respecto, ni
responda a sus continuos reclamos, quejas y denuncias.
“Siempre nos dicen que las carpetas están mal
integradas”, relata.
No obstante en algunas de estas denuncias ante
autoridades estatales y federales, los
ejidatarios han aportado nombres y domicilios de los taladores; ubicación
de aserradores y sus operadores, modus
operandi y georreferenciación de estas
bandas controlan la tala en las inmediaciones de las Lagunas de Zempoala, pero ni eso ha servido.
La Protectora de Bosques (Probosque) del gobierno
del Estado de México que encabeza Gabriel Mena Rojas, ex coordinador de
delegaciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat), en el gobierno de Enrique Peña Nieto, no respondió tampoco los
cuestionamientos planteados con motivo de esta investigación, los cuales se
hicieron llegar por los canales de comunicación social.
Tampoco respondió la Comisión Nacional del Agua
(Conagua), a quien se solicitó una entrevista con el responsable de área y se
entregó el cuestionario relacionado con la desaparición de las lagunas; la
gestión se hizo con Fernando Melo, director de información. Durante más de un
mes, desde el 22 de marzo pasado a la fecha, no se obtuvo ninguna respuesta.
Solo evasivas y simplemente dejó de contestar los recordatorios por WhatsApp.
Ante la falta de respuestas oficiales, solo quedan las
evidencias de la tala ilegal en tierra y las versiones de los indígenas en el
territorio tlahuica, mientras que desde el punto de vista del experto de la Universidad
Autónoma del Estado de México (UAEMex), es evidente que faltan “actos de
autoridad” decisivos para acabar con la tala.
“Pues si tiene que ver obviamente con decisiones
políticas, pues porque no se le ha dado la importancia que esto merece. Todo mundo
sabe en las diferentes regiones del Bosque de Agua pues hasta los nombres y las direcciones de donde viven las personas
detrás de la tala ilegal y extracción ilegal de otros recursos naturales, pero
pues no se ataca. Entonces aquí, pues no sé qué es lo que está pasando, si hay
temor y ya es como una mafia y la misma autoridad no quiere actuar, o hay
complicidad, la verdad es que es tan evidente, y pues dice uno ¿Qué están
pensando, porque no lo hacen, porque no actúan?”, señala.
Refirió que además de la madera, también se están
sustrayendo cantidades extraodinarias de tierra negra, hongos, agua –que se está privatizando y adjudicando a
empresas privadas y embotelladoras-, e incluso especies menores con las que se
trafica, como los colibríes y plantas como el musgo y henos en diciembre. Esto
tiene que acabarse, señala.
Adicionalmente datos
de la Protectora de Bosques (Probosque) disponibles en su página
oficial, revelan que los bosques de la región donde se ubica las Lagunas de
Zempoala, ocuparon el segundo lugar en incendios apenas en 2021, con 106
conflagraciones y 1,345.20 hectáreas afectadas; mientras que a nivel nacional,
la entidad ocupa el cuarto lugar en incendios.
Frente a este panorama, el experto en el Bosque de
Agua estima que alrededor el 10% de sus especies están en riesgo o enfrentan alguna
categoría en ese sentido.
Ante la ausencia de acciones y la indolencia
oficial, la suerte de las Lagunas de Zempoala
y de 25 millones de humanos, penden de un bosque.
LOS IMPACTOS
Es marzo. Inicio de la primavera. Cuatro hombres de
huaraches y sombrero de San Juan Atzingo bajan por una sinuosa vereda desde la
carretera México-Cuernavaca, hacia esa acuosa esmeralda de bellos reflejos rodeada de cerros
boscosos por el frente, rapados por atrás.
En fila uno tras otro descienden hasta las
inmediaciones de la Laguna para ver lo que les dejó el más reciente ataque
nocturno de las mafias de talamontes que asedian el lugar desde hace más de una
década.
La tala se ha
incrementado en 200% en estos años sostiene
Paulino y agrega que solo cuando la Guardia Nacional (GN) entra en acción, muy
de vez en cuando, la tala baja en 80%, pero hoy los talamontes operan en sus
narices.
A solo unos metros del campamento de la GN, llevan y
traen madera como lo más normal…
Adelante siguiendo la dirección de la carretera
hacia la Ciudad de México, los impactos
del saqueo: laderas completas de cerros de más de 500 metros de altura han sido
arrasadas por completo, de arriba abajo. Luego les han prendido fuego para
quemar las semillas y bloquear la regeneración natural.
Detrás de las menguadas lagunas, otro cerro quedo
expuesto por completo, su bosque desapareció en un 100%, aunque en este caso la
elevación no se alcanza a captar a simple vista, hay que incursionar a lo
profundo del bosque.
Los taladores no se han ocupado de intentar simular
el desastre, enormes trozos de árboles que no alcanzaron a cargar, son
abandonados en caminos que abren con equipo especial durante la noche y por donde arrastran las moles en ocasiones
de más de 60 años.
También hay amplias laderas quemadas por completo
donde mataron la vida.
Ese día, la
comunidad de San Juan Atzingo andaba en otro sector de la reserva, intentando
por sus propios medios apagar un incendio.
En el pueblo, allá abajo, hicieron correr la voz de
“¡fuego, fuego!” y algunos indígenas, hombres y mujeres llegaron corriendo a la
delegación del Pueblo Tlahuica, subieron a vehículos de uso común para
acercarse a la zona, luego ascender a
pie hasta la conflagración. No llevan equipos, solo ganas, conciencia.
Abel Felipe Zamora, advierte que los taladores no
solo asolan sus tierras comunales, también provocan incendios para distraerlos,
mientras ellos, en algún otro punto distante talan a gran escala apoyados por
motosierras, camiones de gran tonelaje, cadenas y guardias armados.
Sostiene que sus comunidades comienzan a recibir los
impactos del saqueo a sus bosques, ya no tienen agua o comienza a llegarles
menos, algunos arroyos han desaparecido o se han secado por completo. Y esperan
que se ponga peor en mayo, dice.
Algunos cultivos de la región también comienzan a
resentir la falta de humedad por la pérdida de masa forestal, ya que se nutren
y crecen bajo “el sereno”, esa humedad
matutina o rocío que se da entre la madrugada y la mañana en las montañas; es
el caso de los ejotes o las papas, también algunas flores de ornato.
Al respecto el especialista revela que la densidad de los bosques es clave
para mantener funcionando todo el ecosistema, pues los conglomerados
“apretados” de oyameles, son los que hacen el trabajo descrito arriba.
Incluso hasta la sombra que proyectan y
sus copas que se entretejen, “encapsulan” la humedad y la temperatura
apropiada. Si el bosque pierde su densidad, todo el sistema comienza a
resentirlo.
El otro impacto es que de los embalses de este
Parque Nacional, la laguna Tonatiahua, la principal, está reducida al 70%, pero
en algunas zonas ya quedaron expuestos
los bordos de más de un metro y en otros puntos comienza a verse su fondo. El azul turquesa ha sido desplazado
por manchones terragosos
Ahí mismo a un costado, un viejo puente de madera
que permitía cruzar una pequeña laguna que
los campesinos llamaban “Coyotongo”, se ha esfumado. El puente ya no tiene
sentido. La lagunita “Petronilos” también desapareció esta temporada. A lo
lejos se observan solo humedades y oquedades de ambas.
Por si fuera poco, otra laguna llama “Quilas”,
también ha desaparecido, pero esto se debe a que sus aguas son aprovechadas por
el municipio de Huitzilac, en Morelos, para alimentar comunidades aledañas al
Bosque de Agua, explican los campesinos.
En las memorias del pueblo tlahuica se tiene la
referencia de 70 lagunas, hasta hace 20 años se contaban 7. Hoy son tres.
Filiberto Ciriaco Gómez, el primer delegado del
pueblo de San Juan Atzingo, dice que le preocupan sus hijos y los hijos de sus hijos
ya que la tala y el saqueo de sus bosques, están llegando a un punto sin
retorno. Ávila Akerberg coincide.
También peligran algunas de las especies endémicas más
preciadas por los biólogos en esta zona: el conejo teporingo o “acapuche” y el
“ajolote de Zempoala”, ambas en riesgo de desaparecer del planeta para siempre.
El experto, quien recién presentó el documental “Xänthe Dehe”, para escuchar voces
representativas de los pueblos del Bosque de Agua ante su inminente pérdida,
refiere que el 35% de la superficie forestal original de ese enorme ecosistema
ya se ha perdido; del Bosque de Zempoala, los campesinos consideran que un
tercio se esfumó.
LA PRIMERA LÍNEA
Nicolás Hernández
Alberto, quien en 2006 se enfrentó a Enrique Peña de la mano de Idelfonso
Zamora –en ese momento presidente de los bienes comunales de San Juan Atzingo-,
por la defensa del bosque tlahuica, advierte que ya son 62 años de lucha por
defender su territorio, lo que les ha costado muertos, detenciones arbitrarias,
torturas, persecuciones constantes, cárcel injusta y pobreza.
Recuerda que por
aquellos años bandas de talamontes que para entonces comenzaban a organizarse
con la complicidad de autoridades, les quemaron hasta en tres ocasiones un
complejo de cabañas rusticas que habían levantado en las inmediaciones de las
lagunas para rentarlas a los turistas y
allegarse de recursos.
Más tardaban en
volverlas a armar completas que los taladores llegaban en masa y les prendían
fuego durante la noche; y al siguiente día ya las estaban levantando de nuevo…
y así, recuerda.
También en 2007,
durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando comenzó a dispararse la tala
en la zona, el hijo de Idelfonso Zamora, fue “cazado” en el bosque que cuidaba,
como le enseño su padre, y asesinado por taladores de la comunidad de Santa
Lucía.
En esa emboscada del 5
de mayo del 2007, el otro hijo de Idelfonso, Misael, resultó lesionado. La
lucha valiente de Idelfonso por la defensa del Bosque de Agua, donde encabezó
las primeras campañas comunitarias intensas de vigilancia, defensa y
reforestación del gran Bosque de Agua, fue acompañada por organizaciones
internacionales como Greenpeace.
A la fecha, al menos
dos de los asesinos de Aldo Zamora siguen prófugos de la justicia y en julio
próximo Idelfonso cumplirá dos años de haber fallecido, tras un largo padecimiento
de insuficiencia renal que se agravó tras ser encarcelado por delitos fabricados.
Lo que pocos saben es
que el hombre detrás de Idelfonso, su compañero silente de lucha, fue Nicolás.
Don Nicolás es un
indígena alto, delgado, de 60 años y traductor oficial de la lengua tlahuica,
que junto con Zamora y sus compañeros del comisariado, se lanzó a la lucha
jurídica para obtener el reconocimiento de los territorios del pueblo tlahuica,
entre el 2000 y 2015, hasta lograr los títulos oficiales sobre más de 12 mil
500 hectáreas, además de que siguen peleando otras 6 mil.
Ese flanco de su lucha,
abierto por ya casi dos décadas, les ocupaba desde entonces la mitad del
tiempo, la otra mitad la dedicaban a sembrar árboles e idear estrategias para
combatir la tala, a veces para pelear por cada árbol prácticamente cuerpo a
cuerpo contra los taladores.
En alguna ocasión,
Idelfonso, Nicolás, Paulino y otro compañero fueron secuestrados por policías
estatales a bordo de patrullas. Tras ser golpeados por alrededor de 30
elementos y cuando estuvieron a punto de recibir el tiro de gracia, uno de los
indígenas les dijo mirando directo al cañón: “Dispara, pero ya sabemos dónde
vive tu familia y quienes son tus hijos”.
Avergonzado el
comandante al frente del operativo, suspendió todo.
Ese indígena sagaz, fue
Nicolás.
Don Nico recuerda que
en el trayecto de esa lucha y cuando Idelfonso se sentía cansado debido a su enfermedad,
uno a otro se decían: “vas tú”, y el siguiente tomaba el mando para marcar ruta
a los campesinos que sin saber, ya estaban convertidos en activistas
ambientales de talla mundial.
Luego cuando se cansaba
Nico, Poncho –como lo llamaba Nicolás- decía: voy.
Nicolás en esos años
recibió la encomienda de su pueblo de dirigir la lucha jurídica para obtener
los títulos del territorio tlahuica, en tanto que Idelfonso llevaba la
estrategia vigilante de los bosques. Al recordarlo ahora, el indígena
considerado además el mayor experto en México en el idioma tlahuica, se
sorprende a sí mismo cuando repara en que ni siquiera él supo cómo es que lo
logró, ya que apenas curso el primer año de primaria.
A pesar de ello,
recuerda que por años iba y venía a los juzgados especializados en temas
agrarios y a los tribunales o a las fiscalías, sin saber ni entender
absolutamente nada y con expedientes debajo del brazo que le costaba trabajo
leer.
Tuvo que pedir permiso
a su esposa e hijos, para visitar a hermanos de otras etnias en Oaxaca, Sonora
y Veracruz, que ya habían logrado los títulos de sus territorios y que le
explicaran cosas. También recuerda que en cada ida a los juzgados ponía mucha
atención a los términos, hacía anotaciones y a veces pedía que le explicaran.
Más adelante descubrió
que el abogado que habían contratado los engañaba y se había corrompido y
cuando entendió más de términos jurídicos al fin encontró el camino, despidió
al abogado, lo demandó y busco otro. Terminó haciéndose conocido entre
magistrados y jueces y sí, logró los títulos del territorio de su pueblo.
Apenas en diciembre
pasado San Juan Atzingo se declaró Municipio Autónomo Tlahuica y ahora está concentrado en buscar reconocimiento como
el municipio 126 del Edomex, pero buscan lograrlo, advierten, de forma
pacífica. Incluso ya tienen una delegación, un cabildo y un ayuntamiento
propios.
Y no, no se han
rendido.
URBANISMO, BOSQUE A LA VENTA
Pese a que el 71% del Bosque de Agua forma parte de
reservas naturales, parques o áreas naturales protegidas, esto no ha servido
para detener el asedio ni de taladores ni de la explosiva expansión urbana con sus megaobras y un ambicioso mercado
inmobiliario que en los últimos tres sexenios en el Estado de México, ha
centrado su atractivo en las zonas boscosas y reservas naturales o sus
inmediaciones.
El investigador de ICAR, Víctor Ávila, advierte que
cada vez crece más la expansión urbana dentro del Bosque de Agua, mientras que
el director de agua y saneamiento de Ecatepec, Mario Luna, asegura que este
explosivo aumento inmobiliario durante los últimos lustros en zonas
consideradas estratégicas para
garantizar el abasto de agua en el Estado de México, solo puede explicarse de
una forma: corrupción.
Registros de la Secretaría de Desarrollo Urbano y
Obras Públicas, indican que entre 1999 y el 2019, el gobierno del Estado de
México concedió 443 permisos a igual número de conjuntos habitacionales y un millón 163 mil 708 unidades, tanto de
interés social y residenciales.
Esto significó la construcción 6.64 viviendas por
hora entre 1999 y 2019, aunque fue durante los sexenios de Arturo Montiel,
Enrique Peña y Eruviel Ávila, donde comenzaron abrirse las fronteras forestales
a la venta.
Montiel (1999-2005), prácticamente entrando, en 2001,
concedió los primeros permisos de construcción masiva de viviendas para
municipios que tenían reservas de algún
tipo (parques naturales, áreas protegidas o amplias riquezas forestales o de
agua), como Valle de Bravo, Ixtapan de la Sal, Huixquilucan (el cual bordea el
Bosque de Agua) y hasta en Tejupilco y Tonanitla.
En total Arturo Montiel concedió 181 permisos entre
1999 y 2005, para igual número de desarrollos con 351 mil 761 viviendas y
residencias. Sus permisos incluyeron 4 mil viviendas al lado y enfrente del
penal Santiaguito de Almoloya de Juárez (con la devastación de un cerro
completo de donde las constructoras se abastecieron de grava), y los primeros
desarrollos que abiertamente anunciaban su construcción en zonas forestales.
Por ejemplo: Entre 2002 y 2004 autorizó desarrollos
en Tonanitla con dos mil 901 viviendas y dos
más en Huixquilucan, con 2 mil 770 residencias en el mismo lapso y con nombres tan
irresistibles como “Bosque Real” (1ª y 2ª etapa) o Los Robles.
En Ixtapan de la Sal concedió los primeros permisos
para residencias de alta plusvalía y en zonas “exclusivas”, sobre cerros, montes y con vistas espectaculares. En esa
localidad, con grandes suministros de aguas termales, Montiel permitió la
construcción de las primeras 690 residencias
exclusivas entre 2001 y 2004.
Residencias que terminaron por ocupar políticos millonario o altos funcionarios
de la administración pública, como jueces y más tarde expresidentes como Peña
Nieto.
Peña aprendió bien. Siguió la política de su tío y
autorizó la construcción y venta de terrenos, permisos y casas en zonas
boscosas, un gran negocio para las empresas inmobiliarias.
Entre septiembre del 2005 al 2011, el gobierno de
Enrique Peña Nieto concedió 175 permisos para construir 666 mil 175 viviendas y
residencias. Con su proyecto “Ciudades Bicentenario”, prácticamente remató a
los constructores, los municipios de Zumpango, Tecámac, Huehuetoca y los
Cuautitlanes para los pobres, con miles y miles de viviendas de interés social;
y en Huixquilucan, Lerma y Ocoyoacac para los ricos, en zonas boscosas.
De esta forma Peña comenzó a poblar las montañas de
Ocoyoacac, y Lerma, cercanas al Parque Nacional conocido como la Marquesa,
inmerso en el Bosque de Agua, con
desarrollos para personas de altos ingresos como “Bosques de los
Encinos” (donde vive su tío Arturo Montiel), con 372 residencias y dos permisos entre 2007
y 2010, e incluso Metepec, con desarrollos también de alta plusvalía y sobre
zonas ejidales, que bordeaban ese bello municipio, hoy controlado por las
élites económicas de la entidad, ligadas al PRI.
En Valle de Bravo hizo lo mismo, asignó los primeros
permisos en áreas boscosas.
Con Eruviel Ávila, las zonas forestales de Ocoyoacac
terminaron cercando la Marquesa por completo.
El “vidrierito de Ecatepec”, no paró de dar permisos
en esa demarcación, donde el Bosque de Agua, del que forma parte La Marquesa
(con terrenos de Ocoyoacac y Lerma) es casi un recuerdo, además de en otras
zonas forestales como Jilotzingo, donde bajo nuevas figuras que involucran
Fideicomisos, autorizó el desarrollo “Bosque Aviva 58”, para la insuperable
cantidad de 19 mil 958 viviendas.
Jilotzingo es
famoso por sus bosques limítrofes con el Bosque de Agua.
Este permiso en particular, llama la atención pues
se concedió a menos de un mes de que dejara el cargo, el 1º de agosto de 2017.
Sin embargo antes, en 2014, ya había autorizado los
desarrollos “Vista Bosque”, también en
Ocoyoacac, con 277 residencias y centros comerciales y “Bosque de los Encinos” 3ª
etapa, con otras 132 residencias.
Al siguiente año, Ávila Villegas, continuó poblando
los cerros y montes de Ocoyoacac, Huixquilucan (Paseo del Bosque II, 330
residencias), Tonanitla y Nextlalpan. Lo mismo que en 2016, con nuevas autorizaciones
para Huixquilucan (dos desarrollos más con 5 mil 501 viviendas) e inaugurando
nuevas figuras legales para estas transacciones como “fideicomisos irrevocables
de administración con derecho de reversión”.
Curiosamente, en 2017, y llegando, Alfredo del Mazo
concedió algunas de las autorizaciones que más han impactado en los últimos
años las zonas forestales que agonizan en Edomex.
En Huixquilucan, de donde es hijo pródigo, el 25 de
septiembre de ese año, solo 10 días después de que asumió el cargo, aprobó a la
firma SAPI el desarrollo con el nombre ecológico de “Cima del Bosque” para
edificar cinco mil 564 residencias; y en Zumpango dos mil 818, en el conjunto
“Paseos de la Laguna”, en tanto que en Temascalapa, localizado a los pies de la
zona de los volcanes, dio la autorización para el desarrollo “Lomas de Paula”
para 3 mil 685 viviendas.
En total, llegando Del Mazo autorizó nueve conjuntos
con 16 mil 917 viviendas y residencias en siete municipios, pero sobre todo en
Huixquilucan, Zumpango y Huehuetoca.
La actual administración de Alfredo del Mazo aún no
transparenta los permisos que ha concedido para desarrollos habitacionales de
los años 2020 y 2021, sin embargo ha saltado a la polémica en los últimos
meses, frente a la inacción de su gobierno ante desarrollos residenciales de
alta plusvalía en zonas de reserva de Valle de Bravo, donde hasta el agua del
Sistema Cutzamala se están robando, con
la desviación de manantiales completos, para llenar albercas y presas
“privadas” en la parte alta de Ávándaro, según lo denunció y documentó con fotos y pruebas
documentales, el observatorio ciudadano
de la Cuenca de Valle de Bravo.
Dichas intervenciones en la zona boscosa de
Avándaro, tienen que ver con permisos irregulares concedidos a la empresa
Stuppa Ranch Residencial y Stuppa Ranch
Hotel, denunciaron los ambientalistas.
Igualmente
denunciaron la semana pasada, la construcción del Libramiento Norte de Valle de
Bravo, por parte de la secretaria de comunicaciones del gobierno mexiquense, obra
para la cual la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), le
negó las autorizaciones de Impacto Ambiental lo que no le impidió seguir con
las obras violando la ley, denunció el
Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), el Observatorio Ambiental de
Valle de Bravo y otras cuatro organizaciones más.
OMISIÓN:
SELLO DISTINTIVO DEL GOBIERNO DELMACISTA
Ante este
panorama y una escalada masiva de quejas por tala fuera de control en todo el
territorio y particularmente en áreas
consideradas estratégicas para la seguridad hídrica del centro del país, como
Atlautla, el bosque tlahuica, el bosque de agua, ahora Calimaya y Nextlalpan, además
de Valle de Bravo, la diputada local de
Morena, Azucena Cisneros Coss, consideró
que la “permisividad” y la “omisión” del gobierno de Alfredo del Mazo, se han
convertido en el “sello” distintivo de su gobierno, ante la pasividad,
indolencia e incluso desprecio por casi todo.
Advirtió
que esta impasividad e inacción del gobierno Delmacista, no es notoria solo en
el tema ambiental, pues lo mismo ocurre con la seguridad, el abasto de agua,
los servicios públicos y la procuración de justicia. Todo.
“Cómo te
explicas que haya tanta omisión con tanta necesidad; el tema de la escases del
agua en el valle de México por lo menos y en todos lados, es una realidad, es
decir eso ya llegó, cada día hay menos agua en el valle de México y estamos a punto de extinguir todos estos
espacios, estos lugares que pueden estar suministrando servicios ambientales,
entonces es indiferencia, es omisión, es impunidad, es corrupción, es estar
coludidos, es desprecio, es
indiferencia, no encuentro otra manera de poder explicar lo que está
sucediendo”, destacó.
Indicó
que el gobierno del Estado de México está concentrado básicamente en “programas
electoreros” ante la proximidad de las elecciones para renovar la gubernatura
en 2023 (cuyo proceso inicia en septiembre próximo) y en atender temas de
inmediatez.
LLAMADO
URGENTE, DECLARAR ZONA DE EMERGENCIA LOS BOSQUES
Por su
parte el pueblo tlahuica indicó que continuarán patrullando y vigilando sus
bosques, porque estos territorios son sagrados y vitales para la continuidad de
sus tradiciones, además de demandar la intervención urgente del presidente de
la República, Andrés Manuel López Obrador y de las autoridades mexiquenses,
ante el inminente colapso del parque natural Lagunas de Zempoala.
También
al cierre de este trabajo, le hicieron llegar una carta al ejecutivo federal,
solicitando que se declare “zona de emergencia o de contingencia ambiental a
los bosques de los bienes comunales de San Juan Atzingo y los del Parque
Nacional Lagunas de Zempoala; que se instalen casetas de inspección permanentes
y de vigilancia, para que se revisen las unidades que entran y salen a estas zonas a punto de colapsar;
confiscar todos los aserraderos que operan en la zona; que no queden impunes
los que compran esos grandes volúmenes de manera extraída de forma ilegal y que
se revisen permanentemente los talleres de carpintería que operan en la zona,
entre otros puntos.
De la
respuesta real y activa de estas medidas, depende la vida y sustentabilidad de
millones de familias.
Nicolás
Hernández aseguró que seguirán defendiendo sus bosques, por lo que cualquier
persona que ingrese a talar árboles o destruir los ecosistemas será presentada
a las autoridades.
DATOS
ADICIONALES
La extensión del “Bosque de Agua”, se estima en 235
mil hectáreas e incluye no solo el parque Lagunas de Zempoala, decretado así
desde 1936, también la sierra del Chihinautzin, el Ajusco, la Sierra de las
Cruces, en las inmediaciones del Parque “Insurgente Miguel Hidalgo”, mejor
conocido como La Marquesa, hasta el Tepotzteco y el Desierto de los Leones.
*Ma. Teresa Montaño, es periodista
independiente, fundadora de la
plataforma The Observer, Periodismo y Verificador del Discurso Público e
integrante de la red SafeBox Network de Forbidden Stories
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar tus comentarios