miércoles, 3 de junio de 2015

Elecciones intermedias... los jóvenes hablan

Por: HéctorAlberto Fajardo Castañeda *

Elecciones intermedias

Odio esto. Odio todo el montaje empapelado que se extiende por la ciudad como un virus venéreo en burdel de mala muerte. Por añadidura, odio que la ciudad se convierta en el burdel. Odio que cada sitio del país se comporte como un circo gitano. Los candidatos haciendo maromas y faramallas como animales para despertar la simpatía del espectador/votante. El candidato mendiga un voto que cree merecer a un civil que pronto mendigará un bienestar social que también cree merecer: suena como un trato justo. Y digo que cree merecerlo porque, de ser realmente digno, no vendería su orgullo por una servilleta para tortillas, una sonrisa falsa y una promesa que terminará rotulada en un papel higiénico sucio. Eso son las promesas en las campañas: un papel que salió del trasero del “flamante candidato” y que irá a parar al olvido. Y eso somos nosotros, por el simple hecho de confiar ciegamente en un partido al que en un momento le parecemos estadística y al siguiente escoria.
La realidad es esta: las elecciones sólo sirven para conocer el nuevo rostro del sujeto que nos la seguirá metiendo. Lo único que permanece es la sonrisa. Siempre hay sonrisas. La sonrisa del candidato debe inspirar confianza, no importa qué tan torcida se vea; el maldito bastardo debe sonreír. Y cuando gana, conserva su sonrisa. Y no es para menos, le llueven las dos cosas que más le gustan: dinero y poder. Nuestro dinero y el poder que le damos, ya sea voluntaria o involuntariamente. Por más gráfico que suene, se orgasmean con ello, mientras debajo de su ventana el pueblo sufre, cada vez más. Por supuesto que va a sonreír.
Así es la política, nos la hemos ganado a pulso. Debe gustarnos demasiado que nos mienta gente con una autoridad que no se ha ganado. Gente que se burla tan descaradamente de nosotros, una masa deforme y babeante a la cual le brillan los ojos cuando le ponen un televisor enfrente. Somos la burla de la clase política, si damos el mínimo atisbo de pensar por nosotros mismos, toman dos alternativas: represión a fuego y sangre o circo mediático. Y este año cruzaron la línea, y los ejemplos tienen nombre propio: Carmen Salinas, Cuauhtémoc Blanco, etc. -claro que no es nuevo: María Rojo había sido senadora plurinominal de 2006 a 2012-. Como si la gente que nos gobierna no fuese lo suficientemente incapaz, desfilan bajo nuestras narices personajes sin ningún talento que permanecer más de 5 minutos frente a una cámara de televisión. Al ver semejante descaro, sólo se me ocurren dos teorías: o los políticos se sienten tan seguros con su trasero apostado en su lujoso sillón que pueden pintarle el dedo medio a la población con esas candidaturas, o tienen miedo y necesitan distraer. Miedo por el caos espontáneo que fue Ayotzinapa, cuyos efectos aún se dejan sentir.
Pero tampoco es como si podamos gobernarnos a nosotros mismos. La historia lo ha demostrado. Hace más de cien años atacamos a un anciano cuyo único crimen fue volverse senil en una silla por tres décadas para comenzar a dispararnos a nosotros mismos. Todo el mundo quiere poder, pero nadie asume la responsabilidad, nadie sabe qué hacer con él. Damos lástima. Y de aquél ensayo de autonomía, que tantas vidas costó, emanamos un
partido que llevó la palabra “dictadura” a su máxima expresión. Bien lo dijo Vargas Llosa cuando describió la situación mexicana. Y todavía me sigue causando rabia ver en redes sociales la intención de crear una nueva revolución. A tal punto llegó nuestra falta de memoria; insisto: la revolución nos trajo al PRI, estúpidos, ¿Qué esperan lograr con una nueva? ¿El PRD al poder? ¿MORENA? ¿Acaso se les olvidó que el presidente municipal de Iguala, cuyo berrinche idiota desapareció 43 incendiarios de gasolineras, es miembro del PRD? ¿Aún quieren confiar en un partido político?
Así seguirán las cosas. ¿Quieren saber por qué? Sencillo: no podemos gobernarnos a nosotros mismos. Ni se molesten en refutarlo, lo hemos demostrado durante mucho tiempo. Servimos nuestras cabezas en bandeja de plata. Les mostramos qué tan idiotas podíamos ser, era lógico que alguien se aprovecharía de ello. Durante generaciones se han meado en nuestras vidas, nosotros nos limitamos a mirar arriba y abrir la boca. No dudo que hay quien encuentre mis palabras como algo grosero, supongo que es más ofensivo escupir la verdad y dejar que se la lleve la brisa que burlarse y aprovecharse de todo un pueblo, durante años. Nosotros no somos la escoria, la escoria es ese monstruo creado a partir de dos sectores que merecen la peor de las muertes: el narco y los políticos. Y están tan unidos en su podredumbre que es difícil distinguir uno del otro.
Si este espacio fuese partidista, probablemente lo que escribo nunca vería la luz. Probablemente se me censuraría, por demostrar que, para mí, todo partido político no ofrece más que basura y una sed de poder inconmensurable, chupada directamente de la sangre de la gente. No nos hagamos, no estoy descubriendo el hilo negro; de alguna forma, todos ustedes son conscientes de ello.
No basta con elegir la sonrisa en turno, si demostramos que nuestra propia cultura es de animales. Ya les permitimos demasiado. Es evidentemente que no podemos gobernarnos a nosotros mismos, pero podemos impulsar a alguien que lo haga, y que lo haga bien, quien sea, que demuestre tener la capacidad de liderazgo suficiente para meternos en cintura, y, de la mano con nosotros, salir de este pozo de estiércol que nosotros mismos llenamos.
O a lo mejor estoy esperando demasiado, la última palabra es de ustedes.





* Excéntrico aprendiz de historiador, amante del arte, melómano dedicado sobre todo al metal, y, si el tiempo lo permite, apasionado cinéfilo nacido en Toluca. Actualmente universitario (8º semestre), entre sus especialidades (en constante formación) se encuentra Historia del Arte. Ha colaborado como ponente en varios coloquios enfocados a la Historia dentro y fuera de Toluca con títulos tan variopintos como:
* Las flores del mal: Baudelaire y su sinfonía caótica. (UAEMéx)
* El heavy metal como apoyo didáctico para la enseñanza de la Historia. (UAEMéx)
* Un gesto perenne: La fotografía post-mortem durante la época victoriana. (UAEMéx)
* Dibujos animados antinazis durante la Segunda Guerra Mundial: Entre la sátira y el miedo. (ENAH)

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